Efesios
5: 15-16 Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como
sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos.
La
televisión, el internet, los video juegos, el mundo digital, los ‘amigos’
cibernéticos y una lista interminable de elementos, actualmente estan en el
lugar que debieran ocupar las charlas y conversaciones sociales, los libros,
los parques, los amigos reales. Has llegado a preguntarte, como yo, ¿qué está
pasando? ¿Hacia donde va nuestra humanidad? ¿Qué más tiene que pasar para
entender, como dice Pablo, que ‘los días son malos’?
Permíteme
decirte, querido amigo lector, que estamos viviendo los últimos días de la
historia de este mundo, así tu no lo creas, así tu no lo esperes, así tu no lo
digas. Así para ti estemos hablando mitos o fantasías, “el que ha de venir,
vendrá, y no tardará” (Hebreos 10:37).
Si
eres de aquellos que piensa que el fin de este mundo no está cerca, sólo basta
con leer la Biblia y confirmarlo con nuestra realidad actual. Asómate más allá
de tu realidad, más allá de esa burbuja que has creado y trata de mirar un poco
más. Te darás cuenta que el mundo cada día se sumerge más y más en la maldad,
la idolatría, la perversión, el engaño, la enfermedad, la desolación, la
muerte. ¿Eso no te dice nada? ¿En realidad crees que Dios permitirá por mucho
tiempo más que su creación (incluyendo al ser humano) se deteriore? Definitivamente
no.
Ahora,
si eres de aquellos otros que están convencidos que el fin de este mundo está
cerca, que cree firmemente que Jesucristo vendrá a esta tierra a restaurarla,
te pregunto entonces: ¿Estás listo para ese evento? ¿Tienes ya puestas tus
vestiduras? ¿Tienes tus asuntos con Dios ya arreglados, las cuentas claras (Isaías
1:18), tu vida como un libro abierto, dispuesto a ser escudriñado? Si no es así, ¿qué estás esperando?
Seas
de los que creas o no que la venida de Jesucristo es real e inminente, el
consejo es el mismo: Mirad, pues, con
diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, aprovechando bien
el tiempo, porque los días son malos.
El mañana puede no
venir para tí. El día de poner tus cuentas claras con Dios, es hoy.
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