“He aquí,
una virgen concebirá y dará a luz un hijo, Y llamarás su nombre Emanuel,
que traducido es: Dios con nosotros” San Mateo 11:23
que traducido es: Dios con nosotros” San Mateo 11:23
Hoy es un día muy particular. Hoy el mundo entero celebra la víspera
del nacimiento de Jesucristo. Hoy, para muchos, se celebra el acontecimiento
que marcó la historia religiosa en dos. También la otra historia, la que nos
confirma lo que sucedió en el pasado. No en vano existe un AC y un DC (antes y
después de Cristo).
Pero, ¿qué tan importante es? ¿En realidad esta celebración tiene
tanta importancia? O mejor, ¿Le han dado la importancia que en realidad tiene? ¿Usted
que cree?
Si nos vamos al evento histórico, en realidad el nacimiento de
Jesucristo no fue un acontecimiento fuera de serie. Me refiero al hecho de que
sus padres peregrinaran (era común en esa época del año), o que por falta de recursos
económicos y de habitaciones en los hostales tuvieran que buscar cualquier
sitio para pasar la noche y descansar. En realidad eso sucedia muy a menudo. El
que Jesús naciera en un pesebre no lo hacía diferente. No quiero que se
escandalicen por lo que están leyendo. De hecho, así piensan muchos ateos. Pero
como sabrán, yo no lo soy.
Aquí hay que resaltar el hecho de que Jesús, siendo quien era
naciera en un pesebre. El hecho sobrenatural
(y para muchos incrédulos un poco tonto) que siendo él, el mismo Dios, el Soberano
del Universo, el Creador de todo lo que existe, el dueño del oro y de la plata,
naciera en una cuna de paja, rodeado de animales, y tenga trascendencia cuatro
mil años despues, para muchos no tiene sentido. Y por eso no creen. Hay muchas lecciones
de humildad que podríamos sacar de este hecho.
¿Le encuentra usted lógica o sentido a esto? Si lo mira con ojos
de incredulidad, escepticismo y burla, definitivamente no. Y le doy la razón.
Pero si usted lo mira con los ojos de la fe, esa que explica lo inexplicable,
esa que no encuentra vacíos en sus respuestas, esa que señala al que todo lo
sabe, todo lo ve y todo lo entiende, entonces sabrá que lo que sucedió en ese
pesebre le da sentido a toda su existencia.
La historia confirma que Jesús no nació el 25 de diciembre. En eso
no hay discusión. Pero, como muchas otras fiestas, el mundo religioso (en especial
la iglesia católica) lo recuerda en este día. ¿Hay algo de malo en ello? Claramente
no. El punto está en qué es lo que usted hace ese día.
Nos hemos vuelto un sociedad completamente consumista. Hemos llegado
al extremo de darle mas importancia a lo material, a lo que tenemos, a lo que podemos
conseguir con nuestro esfuerzo, que a lo que realmente importa: La razón por la
que Jesucristo vino. ¿A qué vino? A mostrarnos que a través de EL es que podemos
entregar y recibir amor, que temenos salud, paz, esperanza, consolación, perdón,
prosperidad… Felicidad!
Es a través de Jesucristo que encontramos valor y sentido a nuestra
vida. Obviamente, un ateo refutará esta idea, pero precisamente lo hará porque
no mirará con los ojos de la fe.
Yo, quien escribe, soy una clara muestra del poder transformador
que tiene Dios.
Yo he vivido en carne propia el desespero por comprar ropa nueva y
juguetes para los sobrinos y los primos, la mamá y la abuela. Yo sé lo que es
sentirme frustrada al no tener para comprar lo que quiero. Sé lo que es correr de
un lado a otro para tener todo listo para la cena a las 6:00 p.m. He sentido la
frustración de no tener a toda la familia reunida para estas fechas. Sé lo que
se siente saber que hay discusiones alrededor del árbol de navidad…
Bueno, no todo ha sido malo. También he sentido la magia de estos
días. He sentido lo que es un abrazo sincero de tu familia. He aprendido el
valor de la verdadera amistad y sé lo que significa que te digan que te
quieren.
Pero, ¿y Jesús? ¿Dónde lo dejé? ¿Me acordé de él? Si estoy
celebrando su nacimiento, ¿dónde lo puse? ¿Al menos le agradecí por ello?
Hoy soy otra persona. Desde hace un tiempo, le permití a Dios que
morara en mí. El quería hacerlo (para eso vino en la persona de Jesucristo),
pero yo no lo había dejado. Ahora no me afano por estrenar, por salir a
comprar, por hacer interminables filas esperando un artículo que puedo comprar
después. Ahora creo en las cosas sencillas de la vida, como pasar tiempo de
calidad con la persona que amas. Y aunque muchos de los que amo no están a mi lado,
hoy viven en mi corazón.
Ahora, hoy, siento paz. Hoy más que nunca agradezco a Jesús por lo
que hizo. Hoy sí entiendo el verdadero sentido de la navidad: Recordar que
Jesucristo vino a hacer por mí, lo que yo no podia hacer por mí misma: Salvarme.
Hoy sé y acepto que “Navidad es decirte que nunca podrás ir al
cielo por tí mismo, Dios tuvo que venir”. Hoy entiendo. Hoy agradezco. Hoy
vivo tranquila. Vivo feliz.
Feliz navidad.