“Ninguna
palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la
necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes” Efesios 4:29
Esto
es mucho más serio de lo que parece. El ser humano refleja lo que ve, lo que
escucha, lo que piensa y lo que come. ¿Con qué entonces nos estamos
alimentando? Si hay en nosotros palabras soeces, sucias, groseras y ofensivas,
en nada edifica; a Dios deshonra.
Cuidemos
de no ensuciar nuestros labios ni manchar nuestra mente con palabras y
pensamientos que deshonran a nuestro Creador. Él ve y
escudriña en lo profundo de nuestro ser. Pidámosle con fe que cambie lo que
haya que cambiar y sin duda lo hará. Esa es la verdadera testificación.
El
mañana puede no venir para tí. El día de poner tus cuentas claras con Dios, es
hoy.
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