“El
que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta alcanzará Misericordia”. Proverbios 28:13
Muchos
se atreven a afirmar que Dios no puede ser justo y misericordioso al mismo
tiempo. La justicia es darle a cada quien lo que se merece. Misericordia, es
dar lo que NO se merece. Suena un tanto contradictorio que Dios actúe de ambas
maneras. Pero lo hace. Es un misterio sorprendente.
El
versículo de hoy claramente lo refleja. Si confesamos nuestras faltas y nos
apartamos de ellas, con el firme propósito de no volver a repetirlas,
alcanzaremos misericordia. Si por el contrario las ocultamos (¿de quién? De Dios,
imposible), entonces nos enfrentaremos a la justicia divina.
Por
supuesto, Dios está esperando que confesemos a él nuestras faltas. Nadie más es
nuestro intercessor, solo Jesús, el Justo.
¿Crees
tú que no tienes nada que confesar? Podrías hacer un ejercicio mental y espiritual,
y sin duda te sorprenderás.
Dios
es amor. Su Ley se traduce en amor. ¿Cuál es tu respuesta a tanta bondad de
parte del Cielo? Llegará el día en que tenemos que dar cuentas de nuestros
actos. ¿Estarás dentro del grupo de los redimidos?
El
mañana puede no venir para tí. El día de poner tus cuentas claras con Dios, es
hoy.
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