El fin
de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos;
porque esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá toda obra a juicio,
juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala. Eclesiastés
12:13-14
“Si abrigáramos habitualmente la idea de que Dios
ve y oye todo lo que hacemos y decimos, y que conserva un fiel registro de
nuestras palabras y acciones, a las que deberemos hacer frente en el día final,
temeríamos pecar. Recuerden siempre (…) que dondequiera que estén, y no importa
lo que hagan, están en la presencia de Dios.
Ninguna parte de nuestra conducta escapa a su
observación. No podemos esconder nuestros caminos al Altísimo. Las leyes
humanas, aunque algunas veces son severas, a menudo se violan sin que tal cosa
se descubra; y por lo tanto, las transgresiones quedan sin castigo.
Pero no sucede así con la ley de Dios. La más
profunda medianoche no es cortina para el culpable. Puede creer que está solo;
pero para cada acto hay un testigo invisible. Los motivos mismos del corazón
están abiertos a la divina inspección. Todo acto, toda palabra, todo
pensamiento están tan exactamente anotados como si hubiera una sola persona en
todo el mundo, y como si la atención del Cielo estuviera concentrada sobre ella”: EGW
El
mañana puede no venir para tí. El día de poner tus cuentas claras con Dios, es
hoy.
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