“A
los cielos y a la tierra llamo por testigos hoy contra vosotros, que os he
puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues,
la vida, para que vivas tú y tu descendencia; Porque este mandamiento
que yo te ordeno hoy no es demasiado difícil para ti, ni está lejos. No está en el cielo, para que digas: ¿Quién subirá por
nosotros al cielo, y nos lo traerá y nos lo hará oír para que lo cumplamos?”
Deuteronomio
30: 19, 11, 12
Dios
es un Dios personal. Es real. Y ante todo, es respetuoso de nuestras
decisiones. En estos versículos es claro en decir que nos deja elegir. Sólo pone
en contexto lo único que podemos hacer: el bien o el mal. No hay término medio.
No podemos ser ‘medio buenos’ o ‘medio malos’.
Sin
embargo, Dios mismo nos aconseja: “Escoje
pues la vida, para que vivas tú y tu descendencia”
Jesús
también nos recordó que él es ‘el camino, la verdad y la vida’. Nadie va al
Padre sino es por medio de él. No hay ningún instrumento humano, ni en esta
tierra que interceda por nosotros. Jesús es el único camino.
Además,
¡la Biblia nos recuerda que no es difícil! Y si abres tu corazón a sus enseñanzas,
también te dice cómo hacerlo.
No
te dejes llevar por los afanes de este mundo. Dios es un Dios real, no lo
olvides. Y a pesar que no te obligue, profundamente desea que estés de su lado.
El
mañana puede no venir para tí. El día de poner tus cuentas claras con Dios, es
hoy.
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