“Cuando
en la lucha falte la fé y esté el alma por desfallecer, Cristo nos dice:
Siempre os daré Gracia Divina, santo poder”
Todos
los días, con sólo abrir los ojos, respirar y caminar, nuestra vida se
convierte en un milagro. Nuestro cuerpo internamente nunca deja de trabajar. Nuestro
corazón siempre late, la sangre siempre corre por nuestras venas, nuestro
cerebro, aunque por la noche se relaja, nunca deja de hacer sus funciones.
Entonces,
si este cuerpo, plagado de corrupción, enfermedad
y pecado, nunca deja de trabajar ni de hacer lo que le corresponde, ¿por qué en
ocasiones nosotros sí lo hacemos?
NUNCA
debemos dejar de hacer lo que nos corresponde hacer: reflejar a Dios en toda
nuestra existencia; en todo lo que hacemos, en cómo actuamos, en cómo y qué comemos,
en cómo nos vestimos, en cómo nos expresamos. En todo debemos reflejar a Dios.
Y si
en algun momento nuestras fuerzas no dan más, Dios promete ayudarnos. Promete
siempre fortalecernos en la debilidad. Bien lo dice el apóstol Pablo:
“No lo
digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea
mi situación. Sé vivir humildemente y sé tener abundancia. En todo y por todo
estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener
abundancia como para padecer necesidad. Todo lo puedo en Cristo, que me fortalece”
Filipenses 4:12-13
El
mañana puede no venir para tí. El día de poner tus cuentas claras con Dios, es
hoy.
Hermoso mensaje!!!
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