“…No
he visto justo desamparado ni su descendencia que mendigue pan…” Salmos 37:25
Esta
es una gran verdad. Y una maravillosa promesa. Dios nunca desampara a sus
hijos; él es un Dios de amor y bondad que nos da lo que NO merecemos (Gracia) y
NO nos da lo que merecemos (Misericordia). Maravilloso, ¿verdad?
Sin
embargo, debemos entender que somos sus hijos. No debemos andar por el mundo
deshonrando a nuestro Padre Celestial, como muy seguramente tampoco haríamos con
nuestros padres terrenales. No es nada difícil. Es cuestión de amor. Cuando
amas, respetas, escuchas, comprendes y sobre todo, obedeces.
Dios
nos da todo por amor, la respuesta a ese amor es una vida que lo honre a él, en
nuestros pensamientos, nuestras palabras y nuestros actos. Que Dios se sienta
orgulloso, así como hacemos hasta lo impensable para que nuestros padres e
hijos tambien se sientan orgullosos de lo que somos.
Una
vida llena de agradecimiento a Dios dará como resultado que él nos resalte ante
el universo entero y pueda decir como dijo de Job “… que no hay otro como el en
la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal”
El
mañana puede no venir para tí. El día de poner tus cuentas claras con Dios, es
hoy.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario