martes, 25 de julio de 2017

UN NUEVO HOGAR





“Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios,  teniendo la gloria de Dios. Y su fulgor era semejante al de una piedra preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el cristal” Apocalipsis 21: 10-11

Es mucho más hermosa de lo que nuestra mente pueda imaginar. Jerusalén, la Santa Ciudad, será nuestro hogar por la eternidad. Recuerda siempre que nuestra ciudadanía no es de este mundo, pertenecemos al Reino de los Cielos, ¡somos ciudadanos del Cielo! Nuestro paso por este planeta es temporal.

Pero, así como hacemos preparativos cuando vamos a viajar, o cuando nos mudamos de vivienda, debemos hacerlo para esa ocasión especial. La Palabra de Dios es clara en afirmar que quien ‘no tenga las vestiduras apropiadas’ no puede entrar en la santa ciudad.

Hay cambios que debemos hacer, comportamientos que debemos mejorar, actitudes que debemos transformar, malos hábitos que debemos eliminar. ¿Tu ya comenzaste a hacerlo?

Esto no es una fantasía. Es real. Tan real como que debemos revestirnos con la Justicia de Cristo, el único vestido permitido y pedir que transforme nuestro carácter, que es el pasaporte al Cielo.


El mañana puede no venir para tí. El día de poner tus cuentas claras con Dios, es hoy.

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