¿Tienes
idea de cuánto cuesta todo lo que tienes? ¿Te has puesto alguna vez en la tarea
de hacer un inventario de tus bienes y estimar su valor comercial? ¿Para qué
serviría? ¿Con qué propósito lo harías?
Sabes,
entre más tenemos (y si ello es fruto de nuestro trabajo, con más razón), más
cuidamos. Tenemos una casa, tratamos de mantenerla limpia, al igual que nuestro
automóvil, nuestra ropa y qué decir de nuestra imagen exterior. Nos preocupamos
tanto por cuidar y mantener bello a la vista todo lo que poseemos… ¿y nuestro
interior? ¿Le damos el mismo valor? Así como nos alimentamos físicamente, ¿lo
hacemos espiritualmente?
Si
no comes, te mueres; si no bebes agua, te deshidratas y te mueres. Si no vives
en sociedad, tu vida será de ermitaño, y así morirás. ¿Y qué del Pan de Vida,
del Agua de Vida y de tu Amigo Incondicional? ¿Cuánto te alimentas de él
diariamente? ¿Crees que eso es suficiente? ¿Crees que le estas dando el
verdadero valor a Jesucristo?
“He
aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta,
entraré a él y cenaré con él, y él conmigo” Apocalipsis 3:20
Jesús
esta allí, en la puerta de tu corazón. No es difícil dejarlo entrar. Él hará de tu vida
una carga ligera.
El
mañana puede no venir para tí. El día de poner tus cuentas claras con Dios, es
hoy.
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